A continuación os presentamos varios artículos que hemos encontrado en la red y que nos han parecido muy interesantes, para aquellas personas que con niños se plantean abrir sus familias a un nuevo miembro canino. 


 Es bueno que tengamos en cuenta unas pautas para que todo salga bien, donde niños y perros puedan disfrutar de su mutua compañía.

 

 LOS PERROS Y LOS NIÑOS

Con total seguridad muchísimas personas recuerdan algún perro cuando eran niños, tal vez una mascota que tuvieron en casa, quizás el simpático perro con el que jugaban junto con sus amigos o el perro callejero que rondaba por el barrio.

Da la sensación de que estos dos cachorros (el canino y el humano) sí saben entenderse y disfrutan del juego juntos pero, ¿qué pasa, entonces cuando nos enteramos por los informativos de ataques de perros a niños?

 

Para un niño, tener un perro puede ser muy beneficioso: son una excelente compañía, un amigo y generador de amigos (no hay duda que un perro motiva a otros a acercarse, conversar y conocerse), y además permite algo fundamental: que los padres enseñen al niño sobre los cuidados y responsabilidad que significa cuidar a otro ser vivo. A pesar de todo ello, un perro es un perro, piensa como un perro y sus instintos son aún muy fuertes a pesar de estar cerca del ser humano hace miles de años. El instinto de presa, la territorialidad, la dominancia, son básicos para su supervivencia como especie; y es una importante misión enseñar a los niños cómo relacionarse de la mejor forma con este animal integrante de la familia.

Para el perro la familia es una manada y él ocupa una posición variable. Lo que los humanos entendemos por celos no es más que la sensación de que su ubicación jerárquica se ve alterada a la baja. Con la llegada de un bebé, independientemente de la raza y el tamaño del perro, es importante presentarlos y permitirle al perro oler al nuevo integrante de la familia, acompañando esto con palabras suaves. La presencia del bebé debe estar relacionada siempre con momentos agradables y no debe haber cambios en la relación con el perro que puedan ser asociados con la presencia de éste (menos atención, prohibición de entrar en alguna habitación, prohibición de acercamiento, etc.). Cualquier cambio en las restricciones, deben comenzar tiempo antes de la llegada del bebé, con tal de que el perro no relacione el bebé con su desplazamiento en la jerarquía familiar.

No olvidemos, sin embargo, lo vital que resulta que el perro tenga contacto con niños durante su etapa de socialización (aproximadamente hasta los 3 meses de edad), que no  tema a sus movimientos, gritos y “torturas”. Durante esta etapa es mayor su deseo de investigar, que sus miedos; y las experiencias vividas quedarán marcadas para siempre en su memoria e irán formando su personalidad.

Los perros deben saber soportar la forma que tiene los niños para “acariciarlo”, que no siempre son muy dulces, como tirones de cola, de orejas, metida de dedos en los ojos, en la nariz, etc., etc.  De esta forma, y sin proponérselo, están imponiendo su posición dentro de la jerarquía de la familia con respecto al perro; le están dejando claro, que aunque pequeños, están por sobre él. Es importante que todo contacto de los niños con el perro sea supervisado por un adulto, que pueda tener el control de la situación. Esto muy bien lo explica Antonio Pozuelos Jiménez, en su artículo “Truco, Kika y sus exhibiciones” (publicado en www.todoperros.com), quien dice que, ya que no puede confiar ni en un individuo de la especie humana para quedarse a solas con sus hijos (aludiendo a casos de niñeras y madres que golpean a bebés, abandono y maltrato), menos lo hará con un perro, aunque sea el mejor del mundo.

Así como resulta indispensable educar al perro para que se comporte bien con los niños (socialización y adiestramiento), también es importante enseñar a los niños a ser respetuosos con los animales, la manera de acariciarlos y jugar, saber cuándo el perro no debe ser molestado y a reconocer los signos de amenaza y enfado.

Sin duda niños y perros pueden ser grandes amigos. Aprendamos a ser responsables nosotros primeros para permitirles tener cuando sea adulto un hermoso recuerdo de un querido perro en su infancia.

Consejos

Elije una raza adecuada, considerando el tamaño, sexo, nivel de ejercicio y nivel de tolerancia con los niños.
Preocúpate de criar a un perro equilibrado mentalmente, dándole pautas de convivencia, un período de socialización de calidad, tiempos de distracción, etc.
Nunca dejes a tus niños solos con el perro.
Enseña a los niños a respetar al perro, muéstrale que ellos sienten dolor igual que nosotros.
No olvides que el perro no piensa como nosotros y no interpreta las cosas de la misma manera.

Para prevenir mordeduras

No molestar al perro cuando duerme, cuando come y en su rincón
No mirar al perro directamente a los ojos, ya que esta actitud representa una amenaza y una provocación.
Reconocer los signos previos de agresión, como erizamiento del pelo del lomo, orejas agachadas hacia atrás, exhibición de dientes, gruñido, mirada fija a los ojos.
Al acercarse a un perro desconocido hacerlo lento, por el costado, nunca de frente y sin mirarlo directamente. Dejar que huela nuestra mano, presentándosela desde abajo.
En caso de agresión enrollarse como bolita, escondiendo la cara y sin moverse.

 

Fuente:http://www.encantadordeperros.es/socializacion/367.html

 

PERROS Y NIÑOS: ALGUNOS APUNTES BÁSICOS

 

Con cuatro perros que viven en casa, y dos sobrinos de paso ocasionalmente, la relación entre ambos mundos es una cosa a la que prestar mucha atención. Además uno de nuestros perros, un dobermann, es considerado «potencialmente peligroso» (sic), con lo que si juntamos niños y perros, y añadimos la sombra de las noticias tergiversadas sobre perros que se comen a niños, tenemos un cóctel explosivo que, con información adecuada (como siempre), no es tal. Así que veo interesante dar unas pinceladas sobre el tema que iremos tratando en más ocasiones.
Lo principal es tener claro que el comportamiento adulto de cualquier perro siempre viene dado por factores externos como la educación y el ambiente en el que ha crecido. Genéticamente puede tener tendencias hacia ciertos aspectos del carácter (agresividad, protección, caza, y un largo etcétera) que nosotros como educadores responsables debemos dirigir hacia la obtención de un individuo emocionalmente estable. Con matices, esto se podría aplicar a la educación de cualquier niño sin cambios en las formas. Un perro educado sin disciplina es como un niño educado sin disciplina: un torbellino de emociones descontroladas que no se sabe donde terminará impactando.

La descripción de casi todas las razas suele incluir que «se lleva bien con los niños». Personalmente creo que no es del todo correcto: todas las razas se llevan bien con niños, pero siguiendo a rajatabla unas buenas pautas en la educación de ambos. Un perro que tenga problemas con los niños es muy posible que también los tenga con los adultos.

Aún así, un perro correctamente educado y equilibrado puede llegar a tomar la decisión de atacar a un niño, y normalmente es culpa del propio niño, y por extensión nuestra. Lo más básico es no dejar nunca al niño solo con el perro, de la misma forma que no lo dejamos solo con una caja de cerillas. ¿Qué hace un niño con un perro?. Posiblemente le tire del rabo, de las orejas, del pelo, le grite en la oreja o se suba encima como si fuera un pony dispuesto a pasearlo. Si aplicamos el sentido común, veremos que si un niño nos hace continuamente todas esas cosas lo más posible es que nos enfademos primero y lo castiguemos después. El perro hace exactamente lo mismo, primero avisa con gruñidos, luego se apartará y se alejará de quien le molesta, y en un caso extremo quizás llegue al punto de morderle. Y aun así ni siquiera le llegará a hacer todo el daño que podría hacerle.

Por tanto es nuestra responsabilidad enseñar a los niños a tratar con respeto a los perros y no como juguetes, actitud que he visto en padres más veces de las que querría. Existen en el mercado una gran variedad de perros de juguete que aguantan el acoso de un niño hasta el infinito, y que en la mayoría de los casos son mucho mejor compañero de juegos que un perro de carne y hueso.

El tema es muy extenso y aquí solo pretendía mostrar algunas reflexiones personales. Aún así de todo lo dicho podemos concluir una regla básica que no debemos dejar de cumplir: jamás dejar solo a un niño y a un perro.

 

Fuente:http://etocan.blogspot.com/2008/02/perros-y-nios-algunos-apuntes-bsicos.html

 


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